La lucha contra el cáncer es una lucha de todos.
La lucha contra el cáncer es una lucha de todos.
Hoy día 4 de Febrero se celebra el día internacional contra el cáncer, y el día 15, se celebra el día internacional contra el cáncer infantil.
Abogamos por el ejercicio físico como herramienta en esta lucha. Se considera que aproximadamente la mitad de los cánceres podrían prevenirse evitando la exposición a ciertas sustancias en la dieta y en el ambiente, como el tabaco, el alcohol, los rayos ultravioleta..., y mejorando nuestra alimentación y estilo de vida.
Actualmente se sabe que el ejercicio disminuye la inflamación crónica en los tejidos, y que uno de cada seis cánceres está relacionado con la inflamación crónica tisular. También se sabe que el ejercicio estimula y fortalece el sistema inmune, y hace que las natural killers, los linfocitos que están en primera línea de defensa, sean más agresivas para eliminar virus, patógenos y células tumorales. La actividad física mejora también la resistencia a la sensibilidad a la insulina, lo que se relaciona con mayor riesgo de diabetes, obesidad y cáncer. Además, mejora la circulación sanguínea y la salud de nuestras mitocondrias, por lo que ayuda a eliminar radicales libres que pueden influir en nuestro riesgo de padecer cáncer.
La actividad física y el ejercicio son beneficiosos en pacientes con cáncer antes, durante y al finalizar el tratamiento. Dichos beneficios son múltiples: se mantiene la masa muscular y la fuerza muscular, mejora la capacidad cardiovascular, el estado de ánimo, se mantiene la salud del hueso, se tolera mejor los tratamientos... El ejercicio mejora también un efecto muy frecuente en los pacientes con cáncer, como es la astenia o cansancio. Es un tipo de cansancio muy característico, que no mejora especialmente con el descanso, frente al que no hay tratamiento farmacológico y que puede tener un impacto negativo en su calidad de vida.
Afortunadamente, los recursos para tratar el cáncer mejoran año tras año, lo que permite una mayor esperanza de vida a los enfermos. Pero, tras tratar la enfermedad, muchos de los pacientes deben recibir tratamientos hormonales que pueden producirles efectos secundarios a medio y corto plazo.
Los efectos secundarios pueden ser pérdida de masa muscular, cansancio, osteoporosis, obesidad, alteración del metabolismo de la glucosa o de lípidos... Se debe promover que los pacientes desarrollen actividad física y ejercicio como manera de prevenir el desarrollo de esos efectos secundarios y así preservar su calidad de vida. Además, la actividad física ha demostrado reducir la mortalidad en pacientes que han sido tratados por cáncer, específicamente en el caso del de mama y de colon.
Se recomienda practicar tanto ejercicio aérobico como ejercicio de fuerza: "Es importante tener en consideración que hacer actividad física es mejor que llevar una vida sedentaria, que hacer ejercicio aérobico tiene unos efectos beneficiosos claros, pero que el mayor beneficio se obtiene al combinar el ejercicio aérobico con ejercicios de fuerza". Puede tratarse de ejercicios muy suaves, que puedan ser accesibles a la gran mayoría de enfermos, o incluso pueden realizarse sentados.
Es muy importante que el paciente, antes de hacer un ejercicio intenso, consulte con su médico, enfermera o fisioterapeuta para que valore su condición física y pueda recomendarle que actividad física puede ser la más adecuada.
El ejercicio más beneficioso es aquel que ayuda a mantener una composición corporal adecuada, trabajando la masa muscular con los pacientes que la pierden, y trabajando un aumento del gasto calórico en los que tienen que perder peso. Esto ayuda a mantener el equilibro de la composición corporal de los pacientes y un estado de salud y de calidad de vida bastante elevado. Es fundamental mantener una rutina de movimiento, pues esta puede ayudar a aumentar la supervivencia, "en especial en pacientes de cáncer de mama, cáncer de ovario, cáncer de endometrio, de colon y de próstata".
Tres días de cardio a la semana, dos de fuerza
Respecto a la cantidad y al tipo de ejercicio, desde la AECC se recuerda que todas las guías internacionales están de acuerdo en el mínimo recomendable a realizar para impactar en la salud, especialmente en los pacientes oncológicos: 150 minutos a la semana, divididos en tres días diferentes.
Lo ideal es realizar tres días de ejercicio cardiovascular que mejore la potencia de nuestro corazón y la circulación sanguínea, más dos días de ejercicio de tonificación o de fuerza. Este último ha demostrado ser cada vez más importante, sobre todo en los mayores y en los pacientes que tienen pérdida de masa muscular, porque ayuda a recuperarla, mantenerla y a mejorar la funcionalidad de los pacientes, lo que impacta mucho en su día a día.
La opción más sencilla es hacer ejercicio cinco días por semana, combinando un día de ejercicio cardiovascular y al siguiente, tonificación. También es importante que los programas sean progresivos, que puedan ir adaptándose a un aumento de la intensidad paulatino. No se debe tener miedo de hacerlo poco a poco, tanto la cantidad como la intensidad. A partir de los 300 minutos de ejercicio a la semana existen aún más beneficios, especialmente en las mujeres jóvenes a la hora de prevenir tumores hormonales"
Experiencia de una paciente
"Mientras hacía ejercicio no pensaba en la quimio ni en la muerte, sino en hacerlo bien"
La doctora Odile Fernández relata su experiencia como paciente y cómo el ejercicio la ayudó a vivir mejor la enfermedad: "Al terminar los tratamientos de quimio me propuse no dejar de hacer ejercicio para no sufrir esa tan temida recidiva tumoral, tan frecuente en el cáncer de ovario. El ejercicio me sentaba bien durante la quimioterapia y después. Mientras duró el tratamiento tenía menos náuseas, menos fatiga, notaba que después de los entrenamientos tenía más alegría, más ganas de vivir, y sobre todo, que mientras estaba haciendo ejercicio no estaba pensando en la quimioterapia, en la muerte, en la enfermedad, sino que estaba centrada en hacerlo bien y en disfrutarlo. Además, sabemos que, cuando practicamos regularmente, nuestro cuerpo segrega serotonina, endorfinas, dopamina, que nos hacen sentir bien, que nos hacen relajar el cuerpo, disminuir la carga mental que todos llevamos y hace que nos sintamos más fuertes. Para mí fue fundamental y sigue siéndolo diez años después. Sigo practicándolo. He ido variando, en unas épocas he hecho más cardio, como correr o bicicleta, y ahora estoy haciendo más entrenamiento de fuerza para ganar más músculo y sentirme más fuerte".