en-EL EJERCICIO FÍSICO, IMPRESCINDIBLE FRENTE AL COVID-19

11/03/2021

"Nos estamos enfrentando a dos pandemias de manera simultánea: la de covid-19 y la de inactividad física"

Tan solo dos semanas sometidos a una reducción en el número de pasos diarios (es decir, el equivalente a reducir los niveles de actividad física diaria) son suficientes para producir un significativo deterioro musculoesquelético y metabólico.

Y ¿por qué?

El síndrome de distrés respiratorio agudo (SDRA) es una de las principales causas de muerte secundaria al covid-19. Esta complicación respiratoria llega a afectar al 17% de los pacientes con la enfermedad por SARS-CoV-2, al 42% de los que requieren hospitalización por la enfermedad y, de estos, entre el 67% y el 85% precisan seguimiento en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Sin embargo, el Dr. Zhen Yan, de la Universidad de Virginia, sugiere que la realización de ejercicio físico podría ayudar a prevenir, o al menos mitigar, el SDRA. Una única sesión de ejercicio aumenta la liberación de superóxido dismutasa extracelular, una enzima antioxidante que es producida endógenamente por nuestros músculos y que reduce el estrés oxidativo, protegiendo a nuestros tejidos y ayudando a prevenir enfermedades. Precisamente el estrés oxidativo en el tejido pulmonar está implicado en la patogénesis de varias enfermedades pulmonares, entre otras el SDRA, por lo que el Dr. Yan argumenta que es razonable pensar que el ejercicio podría ser efectivo para prevenir el SDRA secundario al covid-19.

La capacidad cardiorrespiratoria, popularmente conocida como 'resistencia', ha mostrado ser un importante factor pronóstico de multitud de enfermedades como las cardiovasculares o algunos tipos de cáncer, y de salud en general. Estar en buena forma física podría proteger frente a algunos de los factores que parecen estar asociados con un mayor riesgo de hospitalización y mortalidad en pacientes con covid-19, como son el exceso de peso corporal, diabetes, hipertensión, enfermedad cardiovascular y EPOC. Además, algunos autores han empezado a plantearse si una buena capacidad cardiorrespiratoria podría atenuar el estado proinflamatorio asociado con un empeoramiento del pronóstico en pacientes con el covid-19.

La obesidad parece, efectivamente, agravar el pronóstico de la enfermedad. Así, en un pequeño estudio llevado a cabo en un hospital de Lille (Francia) se observó que el 48% y el 28% de los pacientes con covid-19 que requerían ingreso en una UCI tenían obesidad y obesidad severa, respectivamente, mientras que más del 50% de los que requirieron ventilación mecánica, un indicador de deterioro de la función respiratoria, también tuvieron obesidad. Por ello, el ejercicio como principal arma, junto con la alimentación, en la lucha contra la obesidad debe formar parte de nuestro día a día durante los próximos meses.

El ejercicio físico fortalece el sistema inmune, nuestra principal barrera de defensa. Sin embargo, algunos estudios han sugerido que el entrenamiento prolongado e intenso se asocia con una depresión aguda del sistema inmune que puede durar horas o días, aunque hay más sombras que luces a este respecto. De esta manera, la evidencia sobre la teoría de la 'ventana abierta' (periodo posterior a una sesión de ejercicio intenso en el que parece que el organismo es más susceptible a una posible infección) es limitada e inconsistente, y realmente parece que no se produce una linfopenia, sino una movilización de los linfocitos a los tejidos periféricos, donde probablemente hacen más falta en ese momento. En todo caso, y como venimos enfatizando desde este espacio de opinión, lo mejor es siempre ponerse en manos de profesionales del entrenamiento para controlar la carga y evolución de nuestro estado de salud.